Una vecina del barrio Gauchito Gil, nos solicitó que contáramos su historia para ver si alguien puede ayudarla a mejorar el estado de su vivienda, que está pronto a caerse.
La mujer, madre de cinco hijos, vive en la esquina de Pellegrini y San Luis frente al muro del cementerio de la Misericordia, desde hace unos cinco años aproximadamente. Su esposo es un trabajador municipal del servicio de recolección de residuos.
Leticia Camejo está desesperada por la situación de precariedad de su vivienda que esta rajada desde los cimientos mismos, las paredes tienen rajaduras de más de cinco centímetros de ancho, los techos de zinc y cartón son un colador por donde pasa toda el agua de las lluvias sin ningún impedimento.
Según lo que pudimos observar, el edificio corre serio riesgo de derrumbe, porque las falencias estructurales y los daños provocados por el paso del tiempo dejaron a la vivienda en un estado de vulnerabilidad que hace inviable que sus moradores pernocten allí, poniendo en riesgo continuo a cada uno de ellos.
Hace pocos días se les derrumbo una pared externa del baño, lo que obligó a la familia a apuntalar el resto de la vivienda y sustituir la parte de la pared rota con chapas viejas y lonas para que el baño siga siendo utilizable.
"Necesito un lugar digno donde vivir con mis hijos" rogó la mujer mientras abrazaba a una de sus pequeñas criaturas, "los días de tormenta salimos corriendo de un lado para otro para que no se nos caiga la casa encima porque está toda rajada y no es para que estemos adentro" agregó.
Leticia, nos comentó que ella y su familia son evangélicos y creen ciertamente que Dios les va a tocar el corazón a aquellos que tienen el poder de solucionar su problemática. También comentó que realizó todos los trámites en el Centro Integrador Comunitario (CIC) para que las asistentes sociales realicen sus respectivos informes pero, todavía no obtuvieron respuestas a sus peticiones.
El caso se complica aún más cuando llueve porque la calle se convierte en un río que ingresa de lleno al interior de la precaria vivienda, por lo que tienen que subir los pocos muebles que poseen a lugares altos hasta que el agua baje.
Sin dudas la precariedad en la que vive Leticia y su familia es alarmante, sobre todo por el riesgo constante al que se exponen en cada minuto, porque la casita que los alberga está a punto de desplomarse.