A muy pequeña escala, una familia rural produce esta rara exquisitez en la zona de Concepción.
Evangelina
Mendoza y su marido son pequeños productores correntinos que se
distinguen del resto por promover una variedad poco conocida en la zona y
la región: la sandía de pulpa amarilla.
Esta dulzura de la naturaleza no es una variedad frutal, sino que es una transformación de la sandía común, cuya pulpa -en vez de ser roja- se convierte en amarilla por la acción de los carotenoides, pigmentos vegetales naturales que dan el color amarillo al fruto mediante el proceso de la fotosíntesis.
Esta dulzura de la naturaleza no es una variedad frutal, sino que es una transformación de la sandía común, cuya pulpa -en vez de ser roja- se convierte en amarilla por la acción de los carotenoides, pigmentos vegetales naturales que dan el color amarillo al fruto mediante el proceso de la fotosíntesis.
Es por eso, sumado al exceso de lluvias, que la producción de esta rareza frutihortícola sólo es destinada al grupo familiar. “Hace tres años que a mi marido un señor del pueblo le dio las semillas y desde entonces producimos sandía amarilla. Es muy dulce y sabrosa”, comenta a NORTE Rural.
Si bien este tipo de sandía no es inédita en la zona, sí es la única familia del centro de Corrientes que actualmente la produce. Evangelina y su esposo viven a unos cinco kilómetros de la localidad de Concepción, ubicada en el centro de la provincia, sobre la ruta provincial 22 a orillas de los Esteros del Iberá, a 190 kilómetros de la capital y a 90 de Saladas.
“Somos pequeños productores, al igual que la mayoría en esta zona”, ratifica a este diario.
Sandía-melón
En contacto telefónico, recuerda que su padre ya sembraba hace muchos años este tipo de sandía.
“Él la llamaba sandía-melón. Será por su parecido y color”, aventura la mujer. Sólo veinte ejemplares de sandías amarillas obtuvieron este año: el exceso de lluvias atentó contra una producción que resiste mejor el estrés hídrico que la abundancia de agua. Claro, diferente de casi el resto de las variedades productivas, un ejemplo más de la bendita naturaleza.
“Hace unos tres años empezamos a producir sandía amarilla. Cuando la gente la ve por primera vez, nadie cree que sean sandías. Las semillas se la dio un hombre de Concepción a mi marido, que ya falleció. Así que ahora somos los únicos que producimos en esta zona”, ratifica la mujer de 58 años.
El cerco que falta
Si bien reciben capacitación y semillas desde el municipio local y del INTA, el cerco perimetral es una de las cuestiones pendientes para producir a mayor escala. Es que los animales con los que cuentan también en la chacra hacen de las suyas en la huerta.
“Con el cerco podríamos producir más y evitar que los animales coman las verduras y frutas. Tenemos más terreno como para producir mayor cantidad”, comenta Evangelina. Además de producir sandía amarilla le agregan a su actividad diaria sandía roja, melón, zapallo anco, lechuga, acelga y tomate, entre otras variedades.
Hasta de 10 kilos
Las abundantes lluvias registradas en las distintas regiones de Corrientes causaron problemas en algunas actividades productivas. Entre ellas, la de sandía amarilla, que si bien es escasa impidió que se obtuvieran buenos rindes.
Por eso, las primeras que salieron llegaron a pesar hasta 10 kilos, pero desde las lluvias el tamaño y el peso cayeron considerablemente. La semilla se arroja en la tierra a principios de septiembre y los primeros frutos se obtienen en enero.
“Ahora mi marido les obsequió semillas a productores de la zona de Saladas, así que desde el año que viene ya no seremos los únicos que producimos sandías amarillas. De una línea de diez plantas se saca un montón”, se esperanza la minifundista.
Así concluye: “La gente no cree que sea sandía la primera vez que la ve. Es que es redonda y no alargada, como la roja tradicional. Otras personas sí la conocen, pero hace muchos años que no veían una sandía amarilla”.
La actividad está en marcha. El deseo de continuar, también. Por ahora es sólo un botón de muestra para una producción que busca mantenerse en el tiempo. Una rareza frutícola que busca ganar terreno en el centro correntino.
CdR
