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Chávez con todos los pueblos

A dos años de la desaparición física del líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez, los pueblos lo recuerdan con el mismo amor que él profesó.

 Chávez el estratega geopolítico

La imagen es contundente: en el gran salón de conferencias un enorme mapamundi escolta al presidente venezolano Hugo Chávez mientras se dirige a la prensa de su país y decenas de corresponsales extranjeros. Ese gran mural, que representa a los cinco continentes y los océanos del planeta, parecía proyectar la visión geopolítica de la Revolución Bolivariana del mandatario que anunciaba la inminente geografía de un Nuevo Mundo.

Así, interconectado orgánicamente con el planeta, Chávez proyectó el protagonismo de su país en el mundo y animó a construir nuevos polos de poder. Desde que llegó al Palacio de Miraflores, fortaleció la integración de América Latina y el Caribe y a estrechar vínculos con el mundo. Así, la política exterior de la nueva Venezuela afinó sus objetivos con la estrategia del Socialismo del Siglo XXI bajo la Revolución Bolivariana.

Estadista nato, estratega versado y con gran visión global, Hugo Chávez Frías sabía que era necesaria una geopolítica mundial que contrarrestara la unipolaridad, que impide el desarrollo de los pueblos, y promoviera la multipolaridad con novedosos mecanismos de integración regionales y extrarregionales bajo nuevos esquemas de cooperación económica, comercial y financiera que afianzaran los intereses políticos comunes.

Al conmemorarse el segundo aniversario luctuoso de este gran venezolano, hijo de la más pura herencia americanista, conviene destacar que este militar, experto en inteligencia y estrategia, nunca promovió conflictos bélicos. A la fortaleza ética y moral de Hugo Chávez se sumó su visión geopolítica con la que buscó desmantelar la estructura del imperialismo a favor de la soberanía latinoamericana. Los pueblos latinoamericanos nunca más serían mano esclava, ni su territorio colonia de ninguna potencia y, del mismo modo, mantuvo su lucha para acotar la codiciosa expoliación de recursos naturales y energéticos por las corporaciones trasnacionales.

Fue así que a Chávez se le consideró reinventor de la geopolítica de las nuevas condiciones con las que América Latina y el Caribe inauguraban el siglo XXI. Su proyecto geopolítico impulsó a los países de esa región a avanzar, decididos, en su intención de desmantelar la estructura colonial y a construir un inédito proceso de integración con instituciones novedosas como la Alianza Bolivariana de los Pueblos (Alba), Unasur, el Oleoducto del Sur, la red de comunicación TeleSUR, el Banco del Sur, Petrocaribe y la Celac
Además, esa visión geopolítica regional del hombre de Barinas propició, un vibrante sentimiento de identidad latinoamericana y cooperación mutua. Si lanzamos una mirada retrospectiva, confirmamos que nunca como bajo el impulso chavista se aglutinaron con tal fortaleza y coincidencia de objetivos, las fuerzas de izquierda en la región.

Sin el liderazgo regional y extrarregional de Chávez habría sido muy difícil alcanzar el acuerdo humanitario entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que en 2007 logró la liberación de los secuestrados –civiles y militares- y el retorno a sus filas de los presos de la guerrilla. La intervención del presidente Chávez fue a solicitud de la senadora opositora colombiana, Piedad Córdoba.

Y aunque desde los centros de decisión del Imperio se desgarraban las vestiduras frente a ese insólito avance de los pueblos pobres del Sur, Chávez aportaba todo el peso específico del potencial energético de su país. Si a muy grosso modo entendemos la Geopolítica como la permanente relación del hombre con su geografía para proyectar sus efectos internos y externos en el ámbito de su política doméstica y exterior, podría afirmarse que la Venezuela de la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez fundamentó su progreso y bienestar, así como el de las naciones de América Latina y el Caribe, en la posibilidad de usar sus recursos naturales y riqueza energética en favor de esos objetivos.

Siempre interesado en el acontecer global, el también licenciado en Ciencias y Artes Militares fomentó estratégicas alianzas extrarregionales en una dinámica totalmente opuesta a la política neoliberal que los Gobiernos neoliberales sostuvieron con el Imperio.

A pesar del dramático choque ideológico que protagonizó con Estados Unidos, Chavez tuvo con ese país un rasgo de gran expresión moral: incluso en momentos de mayor tensión política, el venezolano decidió mantener sus envíos de crudo con ese socio comercial y persistió en su compromiso de entregar de petróleo barato para la población pobre del Imperio.

Otro aspecto poco conocido de Chávez es su magnífica relación con el alcalde de Londres Ken Livingstone. Con él, pactó la venta de crudo barato para los pobres de la capital del Reino Unido a cambio de que la Autoridad Londinense asesorara al país latinoamericano en administración de reciclaje de desechos así como reducción y control de emisiones de carbono. Esos rasgos de solidaridad y pragmatismo hicieron del especialista en Guerras Políticas y maestro en Ciencia Política un adversario incontenible para el Imperio.

Y con esa “carta energética” en mano, Chávez reavivó el espíritu que dio origen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a partir de una intensa interlocución. Visitó a todos los países miembros, con todos ellos se pronunció por establecer una cooperación política más estrecha y pugnó revaluar el carácter estratégico del crudo en tiempos de crisis capitalista.

Política y geopolítica eran una sola inspiración cuando Chávez aceptó la invitación de Saddam Hussein para ir a Irak. Era la primera visita de un jefe de Estado democrático a ese vapuleado país tras la Primera Guerra del Golfo. ¡Cómo no recordar su respuesta a la crítica del vocero del Departamento de Estado Richard Boucher, quien dijo que Estados Unidos estaba “profundamente preocupado por las versiones” de su futura visita a Irak!

“Yo puedo ir al infierno a hablar con el Diablo si así lo deseo” y agregó que su país era libre y nadie podía decirle lo que tenía que hacer y añadió fulminante: “Esa es una gran falta de respeto a una nación” espetó un Hugo Chávez rebosante de dignidad.

El estadista venezolano profundizó sus vínculos, dialogó, firmó convenios de cooperación y emitió comunicados conjuntos de corte político-estratégico con los jefes de Estado de Siria e Irán. También incomodaron al imperio sus cuatro visitas a Libia donde mantuvo conversaciones con Muammar el-Khadafi, el enemigo declarado de Occidente.

Con Rusia –a la que visitó 9 veces- tejió una cuidada relación centrada en una política integral de común interés antiimperialista. Los intereses geopolíticos de Venezuela y Rusia, grandes productores de hidrocarburos, también coincidieron con la llegada casi al unísono de sus respectivos gobernantes. Bajo el liderazgo de Vladimir Putin el coloso euroasiático proyectó su carta energética con gran eficiencia y con similar diligencia el país latinoamericano ingresó al tablero global inspirado en la concepción del Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez.

Más allá del omnipresente rubro energético, esa alianza estratégica se proyecta en la postura común de ambos países en los foros multilaterales, a la par de construir novedosos vínculos económico-comerciales, defensivos y tecnológicos. Siempre en busca de nuevos horizontes, fue el primer presidente de América Latina en visitar Turkmenistán, el gran productor de gas en Asia Central y su abierto compromiso con las economías emergentes fue bien recibida por los dirigentes de Bielorrusia y Ucrania.

En el mapa estratégico de Chávez siempre destacó la República Popular de China. Fue uno de los líderes latinoamericanos que más promovió las relaciones bilaterales a lo largo de sus seis visitas a Beijing y otras ciudades. A cambio de la venta de crudo, el líder venezolano obtuvo financiamientos e inversiones para el desarrollo de su país que oscilan desde equipos médicos hasta el lanzamiento del satélite de telecomunicaciones Bolívar. Energía a cambio de infraestructura: un buen saldo.

Propuso construir un marco comercial mundial, romper los núcleos hegemónicos y promover inversiones de empresas de capital y crear fondos binacionales. Otros socios asiáticos de interés creciente para la Venezuela bolivariana fueron: India, Japón, Vietnam y Malasia, pronto convertidos en grandes interlocutores del líder bolivariano.

Procedente de un país cuya población es mayoritariamente católica, en 2006 Chávez mantuvo lo que medios de la época calificaron de “extraordinariamente larga” reunión con el Papa, con quien cruzó por momentos ríspidos reclamos y concienzudas explicaciones sobre la estrecha relación entre el clero católico y la oposición golpista.

Aquella noche del 7 de octubre de 2012, en la sala de prensa de uno de los importantes hoteles de Caracas donde se concentraban corresponsales llegados de los cuatro puntos cardinales del planeta, cuando se anunció la reelección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela muchos de los asistentes confirmamos que con su Revolución Bolivariana este hombre logró enfrentar en Nuestra América al obsoleto espíritu del Destino Manifiesto. 

Nydia Egremy Pinto. TeleSur
 

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