Con gol de Néstor Ortigoza de penal a los 36 minutos del primer tiempo, el equipo de Bauza derrotó 1 a 0 al de Morinigo y por primera vez consiguió el ansiado torneo contiental.
Pero no tuvieron ni tiempo para respirar los 40.000 hinchas azulgranas
que coparon el estadio Pedro Bidegain, porque en la primera acción del
partido Derlis Orué hizo estallar el balón contra el palo izquierdo del
arco defendido por Sebastián Torrico.
El mensaje para el "Ciclón" y su gente era claro: iba a sufrir esta final ante el sólido conjunto paraguayo, que se siente más cómodo cuando la obligación es de su rival.
Bien cerrado atrás y manejando la pelota con una transición raída en el medio, los dirigidos por Gustavo Morínigo se adueñaron conceptualmente del desarrollo y merodearon el área sanlorencista tratando de perforar con disparos de media distancia.
Los de Edgardo Bauza, en tanto, sufrían el mal de ausencias, pero no extrañaban solamente a Ignacio Piatti, que vio el partido por internet desde Canadá, sino lo que potencialmente le aportaba Angel Correa durante la fase de grupos.
Es que el "patón" optó esta noche por jugar con dos delanteros como Mauro Mattos y Martín Cauteruccio, pero el uruguayo fue el relevo de Piatti, lo que significó una merma importante en la cuota de juego que el equipo necesitaba para quebrar el monolítico entramado defensivo visitante.
Seguramente impelido por la necesidad de una victoria a la que lo empujaba la historia y el gol postrero de los paraguayos en el final del partido de ida (1-1), Bauza se decidió por dos atacantes netos cuando las circunstancias indicaban más juego por los costados que por el medio.
Lo que hubiese sido una fiesta si San Lorenzo hubiese terminado 1 a 0 arriba en Paraguay, transformó este encuentro en una final, y como tal, con los aditamentos apuntados, el "Cuervo" la padeció.
Pero cuando el destino ampara, como le pasó a San Lorenzo durante toda esta Copa, de las piedras pudo sacar agua a los 35 minutos, cuando Martín Cauteruccio pretendió enviar un centro desde la izquierda que fue interrumpido en el área por la mano derecha del "desgarrado" (no iba a jugar y apareció sorpresivamente en la formación inicial) Ramón Coronel y llegó la chance soñada.
Desde los doce pasos el encargado fue el infalible Ortigoza, que colocó el balón a la izquierda del santiagueño Ignacio Don, quien se arrojó hacia el otro lado, y así "Johnny" se ganó un lugar en el bronce.
La conquista confundió a la visita, que se vio en la obligación de salir a buscar la igualdad, lo que no es justamente una especialidad de la casa, y en ese lapso de atribulación San Lorenzo pudo respirar un poco, hasta el final de la etapa.
Pero se recompuso Nacional en el complemento, sobre todo en lo anímico, y fue en búsqueda de la historia también, planteando un cotejo con características inversas a las del primer período, vale decir con el equipo "guaraní" yendo y San Lorenzo respondiendo.
Claro que para esto el conjunto de Boedo necesitaba otro "rapidito" arriba, que profundizara sobre todo por afuera, pero Bauza tardó 20 minutos en registrar esa variante, hasta que finalmente Gonzalo Verón ingresó por Cauteruccio, permitiéndole a Héctor Villalba no ser la única fuente donde abrevar a la hora de ejecutar el contraataque.
Sin embargo esto le permitió a San Lorenzo solamente discutirle posturas a Nacional pero no posesión, algo que advirtió Bauza para relevar posteriormente al extenuado Villalba por Enzo Kalinski y armar así un triple cinco.
El 1 a 0 no brindaba seguridades y entonces se produjo el cambio final de Walter Kannemann para aferrarse a la Copa con uñas y dientes, pero saliendo de la cancha entre lágrimas el emblemático "Pipi" Romagnoli.
Y esa imagen fue la que abarcó a todos los hinchas sanlorencistas, los que estaban en el estadio y los que no. Desde la dirigencia encabezada por Matías Lammens y Marcelo Tinelli hasta el último trabajador del club. Y quizás, sin sacrilegios, hasta el propio Papa Francisco habrá soltado un lagrimón. Es que esto será historia.
El mensaje para el "Ciclón" y su gente era claro: iba a sufrir esta final ante el sólido conjunto paraguayo, que se siente más cómodo cuando la obligación es de su rival.
Bien cerrado atrás y manejando la pelota con una transición raída en el medio, los dirigidos por Gustavo Morínigo se adueñaron conceptualmente del desarrollo y merodearon el área sanlorencista tratando de perforar con disparos de media distancia.
Los de Edgardo Bauza, en tanto, sufrían el mal de ausencias, pero no extrañaban solamente a Ignacio Piatti, que vio el partido por internet desde Canadá, sino lo que potencialmente le aportaba Angel Correa durante la fase de grupos.
Es que el "patón" optó esta noche por jugar con dos delanteros como Mauro Mattos y Martín Cauteruccio, pero el uruguayo fue el relevo de Piatti, lo que significó una merma importante en la cuota de juego que el equipo necesitaba para quebrar el monolítico entramado defensivo visitante.
Seguramente impelido por la necesidad de una victoria a la que lo empujaba la historia y el gol postrero de los paraguayos en el final del partido de ida (1-1), Bauza se decidió por dos atacantes netos cuando las circunstancias indicaban más juego por los costados que por el medio.
Lo que hubiese sido una fiesta si San Lorenzo hubiese terminado 1 a 0 arriba en Paraguay, transformó este encuentro en una final, y como tal, con los aditamentos apuntados, el "Cuervo" la padeció.
Pero cuando el destino ampara, como le pasó a San Lorenzo durante toda esta Copa, de las piedras pudo sacar agua a los 35 minutos, cuando Martín Cauteruccio pretendió enviar un centro desde la izquierda que fue interrumpido en el área por la mano derecha del "desgarrado" (no iba a jugar y apareció sorpresivamente en la formación inicial) Ramón Coronel y llegó la chance soñada.
Desde los doce pasos el encargado fue el infalible Ortigoza, que colocó el balón a la izquierda del santiagueño Ignacio Don, quien se arrojó hacia el otro lado, y así "Johnny" se ganó un lugar en el bronce.
La conquista confundió a la visita, que se vio en la obligación de salir a buscar la igualdad, lo que no es justamente una especialidad de la casa, y en ese lapso de atribulación San Lorenzo pudo respirar un poco, hasta el final de la etapa.
Pero se recompuso Nacional en el complemento, sobre todo en lo anímico, y fue en búsqueda de la historia también, planteando un cotejo con características inversas a las del primer período, vale decir con el equipo "guaraní" yendo y San Lorenzo respondiendo.
Claro que para esto el conjunto de Boedo necesitaba otro "rapidito" arriba, que profundizara sobre todo por afuera, pero Bauza tardó 20 minutos en registrar esa variante, hasta que finalmente Gonzalo Verón ingresó por Cauteruccio, permitiéndole a Héctor Villalba no ser la única fuente donde abrevar a la hora de ejecutar el contraataque.
Sin embargo esto le permitió a San Lorenzo solamente discutirle posturas a Nacional pero no posesión, algo que advirtió Bauza para relevar posteriormente al extenuado Villalba por Enzo Kalinski y armar así un triple cinco.
El 1 a 0 no brindaba seguridades y entonces se produjo el cambio final de Walter Kannemann para aferrarse a la Copa con uñas y dientes, pero saliendo de la cancha entre lágrimas el emblemático "Pipi" Romagnoli.
Y esa imagen fue la que abarcó a todos los hinchas sanlorencistas, los que estaban en el estadio y los que no. Desde la dirigencia encabezada por Matías Lammens y Marcelo Tinelli hasta el último trabajador del club. Y quizás, sin sacrilegios, hasta el propio Papa Francisco habrá soltado un lagrimón. Es que esto será historia.
Télam